Desde que nacemos empieza a
entrar todo tipo de información en nuestra mente, ésta información entrante nos
la proporcionan nuestros padres, los hermanos, la casa en que vivimos, la
familia y personas con las que interaccionamos, la vecindad, más adelante los
amigos, el barrio, la ciudad, el país y toda la historia acumulada en estos
estímulos. Con toda esta información nuestra mente va creando unas creencias
que concuerdan con los valores positivos que sentimos en forma de emociones.
Nuestras creencias son el marco de referencia dentro del cual nos movemos e
interactuamos con el mundo y estamos tan absolutamente seguros de que son
nuestras y por lo tanto ciertas, que cualquier otra creencia nos parece
equivocada y por lo tanto peligrosa para nosotros. Nuestras creencias son
nuestra caja de zapatos y estamos dispuestos a defenderla le pese a quien le
pese. Ni se nos ocurre pensar que cada persona tiene una caja completamente
diferente a la nuestra y que al igual que nosotros piensa que no puede haber cajas
mejores que la suya. Nadie afortunadamente tiene la opción de elegir su caja y
por lo tanto no puede saber lo que hay en las demás cajas. Ni siquiera la
persona más allegada a ti puede saber lo que esa caja contiene, porque no ha
tenido la posibilidad de estar en ella todos los días en los que tú has
permanecido.
Cuando te das cuenta de esto
todos tus prejuicios desaparecen, porque si hubieras estado en la caja de
cualquier otra persona todo el tiempo que ha estado ella, tus creencias y tus
acciones hubieran sido idénticas a las que estás prejuzgando. Es muy
beneficioso para tu persona estar orgulloso de tu caja y dar a los demás las
cosas buenas que hay en ella, pero te perjudica enormemente a ti y a la
sociedad pensar que tu caja es mejor que las demás.
Abrir tu caja es darte cuenta de
que hay millones de cajas en el mundo y que todas ellas tienen cosas positivas
que dar a los demás. Cuando abres tu caja y te das cuenta que cada una de ellas
contiene una verdad relativa con respecto a las demás, eres capaz de empezar a
disfrutar de todas las personas por igual, con un sano egoísmo empezamos a
intercambiar cosas positivas con los demás y con cualquier persona que
interacciones podrás coger algo bueno de esa caja y meterlo en la tuya, dejando
que las cajas se hagan cada vez más grandes y espaciosas disfrutando de un
mundo mucho más equilibrado sin necesidad de atacar o defender nada.
Tenemos la posibilidad de romper
todos los límites que nos hemos autoimpuesto con la simple idea de concedernos
la sana comprensión de que nuestras creencias no son verdaderas, son datos
condicionados por nuestras circunstancias personales. Cada vez que te
encuentras con otro ser humano relájate porque no tienes ninguna necesidad
consciente de compararte con él y si tienes la posibilidad de intercambiar cosas
positivas que os permitan hacer esas cajas más y más grandes cada día.