Nacemos con una mente sin
palabras, una mente que trae intrínsecamente ganas de llenarse de aprendizajes,
de armonía, de amor y de reconocimiento, una mente con ganas de vivir y de
compartir, es una mente sumamente delicada y frágil por su gran capacidad de absorberlo
todo. Una mente que sólo requiere de respeto por parte de la sociedad para
expandirse y desarrollar su máximo potencial para el bien propio y para el bien
común.
El gran problema es que no lo
sabemos, después de miles de años de interacción social de los seres humanos,
nunca la hemos cuidado. No hemos tenido el suficiente cuidado con este órgano
que tiene un solo objetivo, vivir en un entorno que le ofrezca el suficiente
reconocimiento y amor para desarrollarse. La mente es como el agua de un río,
si está limpio y transparente se puede ver todo su bello potencial, pero si lo
ensuciamos desde el mismo momento del nacimiento con palabras dañinas y
creencias erróneas, el potencial que trae consigo queda cubierto por una nube
de sufrimiento. Es como un diamante que no puede brillar porque está cubierto
por cientos de capas de suciedad.
El instrumento que tenemos los
seres humanos para poder evolucionar es el lenguaje, las palabras que
escuchamos y que pronunciamos son las que permiten a las personas caminar por
el mundo de manera óptima haciendo de la vida una experiencia única que verdaderamente
valga la pena de ser vivida. Pero hasta ahora no nos hemos dado cuenta del
poder que tienen las palabras, una simple palabra con una carga emocional
negativa nos puede provocar muchas horas de decaimiento y de pérdida de vida. No
importa si esa palabra nos la dice otra persona o nos la dice nuestra propia
mente condicionada por palabras del pasado.
El principal problema es que la
mente individual y colectiva está llena de virus y parásitos y en este momento
de la historia nos corresponde hacer una limpieza profunda. Una limpieza que traiga
consigo la claridad y trasparencia suficiente para que los que estamos aquí
podamos vivir en paz y para que los que estén por venir lo hagan sin ningún resquicio
de sufrimiento antiguo.
En este momento estamos
totalmente desbordados de palabras
nocivas que intentan atravesar e instalarse en nuestra cabeza desde
todos los medios externos e internos. Son como gusanos visibles y absurdos que
no tienen ningún sentido ni cabida y por eso creo que la mente colectiva ha
dicho basta. O somos capaces de darnos cuenta y discriminar entre lo que es
óptimo para la vida en este planeta y de esa manera poder devolver a la mente
su claridad o la sociedad no podrá recuperarse y morirá con un enorme
sufrimiento individual y colectivo.
Es muy fácil darse cuenta de las
palabras que son patógenas y de las que están limpias, porque las primeras te
provocan una sensación instantánea de desasosiego y las segundas te provocan
una sensación de tranquilidad y bienestar.
Hay dos cosas que podemos hacer para
contribuir a la limpieza que es necesaria realizar. La primera ser consciente
de las palabras que escuchas y que pronuncias, para no correr el riesgo de
seguir ensuciando y la segunda es saber que estás pensando y actuando en medio
de mucha suciedad y para poder actuar y que salga al exterior tu potencial
innato, tienes que intentar mediante el silencio que brote de ti lo mejor que
tienes, tu propia esencia que no puedes ver si el agua está muy turbia.
No hay nada malo dentro de tu
cabeza que quiera perjudicarte, sólo un montón de palabras inconscientes que no
caben ya en ningún sitio en tu interior y que salen al exterior para que las
veas y las reconozcas. Sólo hay que observarlas y soltarlas al infinito para
que las disuelva.
Es una oportunidad que tenemos en
estos momentos de limpiar y liberar a la humanidad de todos los residuos que
hemos generado durante siglos. Suelta con alegría toda esa negatividad
acumulada que no te corresponde, son toneladas de pensamientos y creencias obsoletas
que no te pertenecen, que la sociedad en la que vivimos no merece. Deja que
todo lo negativo que en estos momentos es tan visible se evapore y desvanezca
por sí mismo. Ahora tenemos la oportunidad de hablar y de hacer las cosas desde
otra posición mental, ahora podemos vivir desde el momento presente soltando a
cada instante cualquier palabra negativa que trate de meterse en tu mente. No
es tuya, no es de nadie, deja que se evapore en el infinito.