Desde que nací hasta hace muy poco he dedicado todo mi tiempo en
verificar, comprobar y corroborar todas las cosas que sabía, la mayoría de
cosas que sé no las he aprendido de forma voluntaria, simplemente las he
observado y las he integrado, algunas, las que más han llamado mi atención las
he investigado y disfrutado, otras me las ha enseñado el sistema educativo, la
sociedad, la familia y mucho más de lo que me gustaría los medios de comunicación,
la televisión e incluso el cine, mi pequeño espacio de consciencia me daba como
bueno y valioso cualquier cosa que tuviera un final feliz.
Hoy me siento muy feliz de poder decir que nada de lo que sé me
importa, lo que me hace evolucionar es el infinito espacio de todo lo que no
sé. Desde que me despierto busco de forma ansiosa cualquier información
desconocida para mi mente, cualquier cosa me vale; si observo un vaso trato de
averiguar todo lo que no sé de ese vaso, si hablo con una persona lo único que
me interesa es lo que no me cuenta, si me miro al espejo alucino con toda la
información que hay en mi persona y que nunca sabré sobre mi misma. Pero lo mejor
de todo es saber que cuando incorporo cualquier nueva información a mi mente,
lo único que estoy haciendo es una interpretación que depende de mí misma y que
muy posiblemente nada tiene que ver con la realidad.
Digamos que he aprendido a vivir fuera de mi zona de confort, que
por fin me siento cómoda en un espacio donde cualquier cosa es posible, he
aprendido que salirse del condicionamiento es la única manera que tiene el ser
humano de mejorar su vida y la vida de todo lo que le rodea. Vivir en el condicionamiento
y en todas las cosas que sabes es vivir en la rutina y no encontrar soluciones
a ninguno de los problemas que tengas que encarar. Intentar a toda costa
confirmar tus creencias es repetir tus problemas hasta el infinito, es una
rueda de la que no es posible escaparse.
Entre las infinitas ventajas que tiene moverme entre las cosas que
no sé, está la de no saber nunca lo que me va a pasar, cada día es una vida
entera de cosas por descubrir, es aceptar que mis creencias no aportan ninguna
solución a nada, ya que ellas no han sido capaces de hacerme más feliz a mí ni
a ninguna de las personas que me rodean. Buscar todas las cosas que no sé fuera
y dentro de mí tonifica mi alma y mi cuerpo, es un estado de que nada tiene que
ver con la rutina y la falta de ilusión. Es no enfermar ni mi cuerpo ni mi
alma, es aprender a aceptar cualquier persona o acontecimiento que aparezca en
mi día sin ningún tipo de juicio, es observar sin ningún apego, es vivir en un
espacio de libertad.
Es posible que mucha gente no encuentre ningún atractivo en las
cosas que no sabe y se sienta muy feliz en todas las cosas que forman parte de
sus creencias…aunque el máximo placer que te da una creencia es la comodidad y
dentro de la comodidad el crecimiento y el desarrollo no es posible. Estamos
viviendo una época en la que sentarse en un sofá cómodamente no se nos está permitido
por mucho tiempo, porque cualquier cosa te puede tirar al suelo cuando menos te
lo esperas.