Cada vez que aceptas como verdadera
cualquier información externa sin cuestionarla, independientemente de que esa
información provenga de tu entorno más inmediato, de tu formación, de los
medios de comunicación o cualquier sistema ortodoxo (que sigue fielmente los
principios de una doctrina o que cumple unas normas o prácticas tradicionales,
generalizadas y aceptadas por la mayoría como las más adecuadas en un
determinado ámbito) creas en tu cerebro una conexión cerebral que mediante el
convencimiento y el hábito de la repetición se vuelve más fuerte y rígida y que
tendrá como consecuencia un comportamiento de defensa de esa creencia. Una de
las más increíbles características de nuestra mente es la plasticidad o
regeneración neuronal para adaptarse a cambios internos o externos. Si en vez
de afirmar o negar cualquier creencia que tengas instaurada en tu mente te
limitas a decirte de forma interna -no lo sé- o de forma externa
simplemente guardas silencio estarás liberando a tu mente del condicionamiento
y aprovechando al máximo la plasticidad neuronal de la que dispones, en poco
tiempo también lo hará tu comportamiento e inevitablemente eso traerá
consecuencias positivas a tu realidad cotidiana. El alivio que siente tu mente
cada vez que te dices no lo sé con toda honestidad interior es debido al
debilitamiento de esa sinapsis formada en tu mente de forma automática y que en
muchos casos te está impidiendo tu propio desarrollo. Cada vez que dices no lo
sé se formarán nuevas conexiones y se estarán disolviendo todo un patrón de
conductas nocivas para ti y para tu entorno. Atrévete a practicarlo de forma
diaria y estarás de forma continua y en todo momento aprovechando todo tu
potencial. De esta manera cada información que vayas recibiendo se procesará y
combinará en tu mente como mera información que podrás aprovechar en cualquier
momento que sea preciso, pero que no
tendrá la capacidad de convertirse en creencias rígidas ni limitantes.
Otro componente de nuestro
cerebro que te impide vivir en serenidad es el miedo, proviene de nuestro
cerebro reptil (tronco del encéfalo y cerebelo) y es un mecanismo de defensa útil
en caso de peligro inminente para tu integridad física y es usado de forma
óptima en el mundo animal. En el caso de las personas ante cualquier situación
externa independientemente de si la situación es real o no y de manera
automática se produce una comunicación con el sistema límbico provocando una
respuesta emocional que a la vez provocara una sensación de malestar en el
neocortex (parte más evolucionada del cerebro) que no sabrá como procesar a
nivel intelectual debido en muchos casos a la ausencia de la amenaza real. Para
evitar esa sensación negativa se crea en la mente una necesidad de control
totalmente disfuncional e injustificada.
Cada vez que le dices a alguien -haz
lo que quieras- no sólo estás respetando su libertad sino la tuya
propia y estás desmontando muy eficazmente toda tu necesidad de controlar de forma constructiva para ti y para los
demás. Cualquier sistema de control que necesite subsistir tendrá que lanzar continuamente
amenazas para mantener el miedo vivo dentro de tu mente y te impedirá la
libertad que te pertenece por evolución no sólo individual sino colectiva. Es
hora de que sueltes la necesidad de controlar si quieres vivir con dignidad y en
libertad y observar como cualquier sistema de control se va desvaneciendo poco
a poco en la medida en que se va volviendo totalmente innecesario.