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SINTIENDO



Inventamos todas las palabras que existen para tratar de explicar un sentimiento, una sensación interna continua, que en sí misma no requiere ninguna explicación, tenemos la necesidad innata de expresarnos y de esa manera los seres humanos adquirimos el lenguaje. El error que más daño puede hacernos es que continuamente nos sentimos identificados con las palabras y nos hemos olvidado de la sensación que hay detrás de ellas. No nos atrevemos a sentir, a quedarnos callados dentro de nuestro propio sentimiento, independientemente de que el sentimiento sea agradable o desagradable.



El sentimiento requiere un espacio, un periodo de tiempo para que se evapore. En el momento que lo cortas con pensamientos y palabras éstas carecen de sentido. La sensación de estar vivo no requiere de palabras y cuando uno se identifica con las palabras y corta el sentimiento la vida pierde su verdadero significado. La velocidad del pensamiento, por el hecho de ser más nueva es mucho más rápida que la velocidad del sentimiento, hay que aprender a acompasar ambas capacidades para ser auténticos, para poder expresarnos desde la naturalidad. El lenguaje es enormemente tramposo cuando va por libre sin esperar a la sensación previa que lo motiva, y es una increíble herramienta de comunicación cuando está armonizado con el sentimiento.


Una emoción es una respuesta automática a un estímulo interno o externo, mientras que un sentimiento es algo mucho más lento que está detrás. La inteligencia emocional es dejar que la respuesta emocional se evapore y prestar atención a la sensación o sentimiento que hay subyace y que siempre es positivo; en él sentir está nuestra propia motivación para vivir, pensar y disfrutar.



Aumenta la atención al sentir, observa como los pensamientos se van y disfruta de darte cuenta de cómo todo el movimiento se hace solo y nace en la parte abdominal. Cualquier cosa o fenómeno está hecha de inteligencia, afectividad y movimiento, incluidos nosotros mismos. Toca equilibrarnos desde esas tres esencias y empezar a disfrutar verdaderamente de nuestras propias capacidades que son las generadoras de toda la existencia.