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LA REALIDAD

La verdad o realidad, que a simple vista nos parece tan obvia y evidente, no es nada más que una percepción particular que lleva uno a cuestas cada día, todo lo que percibimos a nuestro alrededor sólo lo podemos percibir de forma individual y subjetiva y va cambiando continuamente mientras nos vamos moviendo. Soy yo como sujeto individual que va prestando mi interpretación personal a todos los estímulos que se me van presentando en el presente. Ahora que estoy escribiendo, para mí es real el teclado, lo que voy viendo, los sonidos que me llegan, algunos pensamientos que aparecen, las vistas que voy viendo por la ventana, etc.  Dentro de un rato la realidad será la calle o una conversación telefónica o cualquier otra cosa, es algo que solamente yo estoy experimentando y por lo tanto sólo es real para mí y permanece ajeno a todas las realidades que puedan estar viviendo otras personas.  

Podemos afirmar entonces que la realidad no está fuera de mí, sino que soy yo la que presta mi interpretación a todos los estímulos otorgándoles una realidad presente mediante el filtro de mis sentidos y mi percepción. Podemos darnos cuenta también que lo que hacemos es una interpretación muy sesgada que depende de nuestra memoria para comparar el momento presente con todo lo que hemos vivido anteriormente con el fin de otorgar una estabilidad.


El hemisferio izquierdo es el encargado de esta función, de hacernos creer de una manera muy persistente que la realidad es algo ajeno y separado de nosotros e intenta que no nos demos cuenta de que todo lo percibido no existiría sin nosotros. Cada uno de nosotros es un universo particular que se vive en soledad, por mucho que nos relacionemos con los demás solamente podemos ser nosotros mismos; y es en esa individualidad donde reside nuestra felicidad. El reconocimiento que buscamos fuera sólo puede provenir de dentro.


Nuestra mente necesita alimento para desarrollarse y el que le damos mediante los medios de comunicación y el sistema en el que nos vemos obligados a vivir está altamente contaminado; las consecuencias a nivel particular son nefastas. Una vida en la que tienes la obligación de buscar tu desarrollo y felicidad compartiéndola con los demás queda subordinada a unos intereses comunes ajenos que intentan por todos los medios que creas que por ti mismo no tienes ningún valor, mientras les entregas toda tu energía y tiempo de vida.

Tu realidad es tuya y de nadie más, es un asunto urgente que prestes atención a ti mismo, a lo que te gusta realmente, no tienes ninguna obligación de quedar bien con nadie; cuando uno dedica toda la vida a ser lo que es, deja de ir en contra de su realidad particular, y por muy mal que parezcan ir las cosas alrededor, si uno se dedica a ser auténtico y es sincero con uno mismo tiene la total seguridad de que es incapaz de perjudicar a nadie y de hacer las cosas cada vez más centrado sin ninguna distorsión emocional.



Es mi responsabilidad que la realidad que experimento sea cada vez más armoniosa con la percepción que tengo de mi misma, ya que está compuesta básicamente de respeto y libertad.