Imagina que tu mente es una esfera
de círculos concéntricos donde percibes todo lo que te rodea. En la más alejada
tienes una percepción general del universo y de todo lo que intuyes que hay
pero que no necesitas de forma operativa para la vida. En la parte central de
la esfera está tu yo más íntimo, el que siempre está contigo incluso cuando
duermes, la parte que se da cuenta de todo aunque vivas apenas sin prestarle
atención.
La mayoría de personas fijan toda
su vida en una parte intermedia ignorando la parte más íntima y la parte más
lejana. Esa parte intermedia está formada por el aprendizaje y el
condicionamiento, es una parte psíquica donde los pensamientos ocurren de forma
automática envolviendo toda la experiencia cotidiana. Identificarse con esa
parte es lo que convierte en víctima a
la mayoría de las personas, sin darse cuenta que son creencias pegajosas que
nada tiene que ver con su auténtica naturaleza que es un potencial de
inteligencia, felicidad y vida. En esa parte intermedia es donde repetimos
constantemente las mismas rutinas, donde la mayoría de circunstancias que nos
molestan se repiten constantemente y nos hacen sufrir. No nos damos cuenta que
el sufrimiento es él que nos avisa de que hay un error al que tenemos que
prestar atención, el sufrimiento es una distorsión entre nuestra naturaleza más
íntima y las circunstancias que estamos viviendo. Esa zona intermedia no es
nada más que una interpretación que hace la mente para adaptarse a lo que le
rodea en base a lo que ha aprendido, una especie de telaraña que te atrapa si
te identificas con ella.
Solamente hay una manera de salir
de ese condicionamiento y es cambiar el foco de atención de esa parte media a
la parte más íntima, a tu yo verdadero. La atención es una capacidad increíble que
está a nuestra disposición en todo momento, es como un foco que alumbra
solamente la realidad que decides vivir haciendo desaparecer todo lo demás.
Date cuenta que tú no eres la atención, eres el que maneja esa atención hacia
donde tú quieres.
Poner la atención en tu yo más
íntimo es empezar a despertar, es conocer a la parte desde donde sale todo lo
demás, es empezar a conocerse a uno mismo. En el centro de ti está tu ser que NO es un modo de ser, tu centro no tiene adjetivos, ahí estás tu, todo lo demás son maneras de comportarse que tienes pero que no eres. Hay que tener en cuenta que cuando
uno hace ese gesto mental de prestarse atención lo primero que va a ocurrir es
que muchas cosas que estaban reprimidas dentro van a empezar a ocurrir, todas
las cosas que te provocan más rechazo van a ir apareciendo en forma de
circunstancias; si lo sabes no perderás la calma, dejarás que ocurran sin
aferrarte a ellas, sabes que es como un proceso íntimo de limpieza y
desinfección que te va a liberar para llevarte rápidamente al sitio desde el
cual eres tu yo más verdadero y desde donde la vida es algo completamente
diferente y nuevo cada día. Es aprovechar al máximo tu potencial en cada
momento y darte cuenta de que puedes moverte por lo más lejano y lo más íntimo
y no quedar atrapado en ninguna interpretación que tu mente haga.
Empieza a prestar atención a ti mismo, empieza a practicar el silencio,
empieza a disfrutar del espacio; agárrate
fuertemente a lo que no puede moverse que está en el centro de tu esfera y deja
que todo lo demás se mueva, date cuenta de que la vida no es algo ajeno que te
da o te quita, experimenta que la vida eres tu, date cuenta de que la realidad depende de donde pongas tu
atención y que puedes mirar a cualquier cosa que te interese en un momento dado
o prestar atención a lo que está siempre contigo y que es el punto desde donde
está saliendo de forma increíble y majestuosa todo tu universo.