El espectáculo que estamos viviendo finalizando este año 2014 es
grotesco y absurdo. La humanidad ha llegado al límite de su estupidez
disfrazada de infinitas interpretaciones más absurdas todavía. Parece que el
mundo está más que nunca polarizado entre los ‘listos’ y los que se lo creen
todo sin importar las consecuencias que están viviendo en su propia vida.
El dinero cuya función es estar al servicio de las personas se ha
convertido en la principal causa de abuso y sometimiento que pueda imaginar la
más perversa de las mentes y la causa es no ser consciente de lo que se piensa
y de lo que se dice sin ningún sentido; defendiendo intereses que van en contra
de la propia existencia y la de nuestros descendientes.
Todos tenemos un yo real y un yo ideal, construido mentalmente a
base de experiencias y de los constantes estímulos que nos llegan de nuestro
entorno. Cada acto que hacemos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos
obedece ciegamente las órdenes que nos manda ese yo ideal, que nos obliga a ser
los más perfectos, atractivos, ricos, amados y realizados y nos somete constantemente a
la comparación con otras personas considerándonos por encima y por debajo.
Somos los esclavos de ese yo ideal y mental y no nos damos cuenta de que es falso, no existe, es mentira. Ese yo
ideal es más conocido en occidente con el nombre de ego; pero la realidad es el
yo real, que es el que trabaja, piensa, sufre, crea, ama y cuida a lo que hay
alrededor suyo, ya sean personas, animales o al mismo planeta.
Las emociones son la consecuencia de ese yo ideal y mental, son el
lamento o satisfacción que nos envía ese ente abstracto construido a base de
interpretaciones y que nos hace vivir un continuo vaivén inestable y sin
sentido. El verdadero héroe es nuestro yo real, el que vive en el presente, el
que se esfuerza, el que se basa en la inteligencia del corazón y al que por
culpa de ese yo ideal y falso no se le deja expresar su verdadero potencial de
inteligencia, amor y acción.
Cada vez que te veas atrapado en un pensamiento que altera tu estado emocional, simplemente lo observas, le sonríes y lo dejas marchar, no es una verdad, es sólo un pensamiento.
Es hora de que pongamos las cosas en su sitio, dejemos de ser los esclavos
de esa fantasía mental y absurda que nos ha llevado a esta vida llena de
falsedades y mentiras que estamos viviendo. La verdad se puede intentar
ocultar con infinitas mentiras, pero tarde o temprano salta a la luz dejando a
todas las mentiras en evidencia.
Si tenemos que vivir en un sistema organizado hay que hacerlo de forma real y no dejemos nunca más que la mentira esté al mando. Es hora de ser uno mismo y dejarse de absurdos ideales que nos llevan a la destrucción. No necesitas un yo ideal, está en tu mano a cada instante dar lo mejor de ti de forma real, aportar lo que eres, trabajar para ti mismo con repercusiones positivas en todos los demás. Es mucho más fácil y productivo mandar callar a ese yo ideal falso, que obedecer sus órdenes de ataque contra tu yo real o contra los demás. Ha llegado la hora de diferenciar claramente la verdad de la mentira para destronarla para siempre.