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EL CEREBRO HUMANO, LA SAGRADA FAMILIA

Nuestro cerebro humano está dividido en tres partes que rigen todo nuestro comportamiento. El más primitivo es nuestro cerebro reptiliano, su esencia es pura energía y su función es el movimiento o la acción. Está regido por nuestros instintos más primarios de supervivencia, haciendo una analogía social podríamos decir que es un niño pequeño, que no razona ni falta que le hace, cuenta de forma natural con el cerebro medio o sistema límbico (madre) que le proporciona el amor y bienestar para su desarrollo y con el neocortex o raciocinio para su protección y guía (padre). Si esta parte de nuestro cerebro consigue una conexión óptima con las otras dos partes su desarrollo y evolución transcurrirá de forma harmoniosa e integrada. Pero si esta parte no recibe lo que necesita o crece desconectada de las otras dos partes su desarrollo evolucionará de forma desintegrada produciendo una disfunción grave de todo el conjunto del cerebro.
La segunda parte es el cerebro medio o sistema límbico, la analogía sería la madre, su esencia es el amor y su función es el cuidado y protección de las otras dos partes. Esta parte suele estar muy bien conectada al cerebro reptiliano por evolución en el tiempo de los primeros mamíferos. Este cuidado y amor asegura no sólo la supervivencia sino un desarrollo óptimo en el medio con la finalidad de expansión del propio cerebro.
Con el paso de los siglos la conexión de estos dos cerebros dio lugar a la tercera parte, el neocortex, sería el padre, su esencia es el pensamiento y su función la inteligencia para proporcionar a las otras dos partes las decisiones correctas para la evolución del conjunto mental. Esta parte al ser la menos evolucionada en el tiempo es tremendamente inexperta. Su falta de conexión con las otras dos partes provoca una cantidad inmensa de pensamientos inútiles para el desarrollo del conjunto de nuestro cerebro, esta parte crea la ilusión de separación no sólo con el sistema límbico y el cerebro reptiliano sino con todo lo que le rodea, esto genera un gran sufrimiento incluso a él mismo. Estamos en ese momento evolutivo en el que para la especie es básico integrar y conectar los tres cerebros para que la especie no desaparezca.
Con la práctica del silencio se producen de manera natural las conexiones neuronales y la coherencia mental. Cada vez que se produce de manera interna la comprensión de cualquier hecho es que se ha establecido una conexión física en nuestra mente, es algo interno y propio del ser humano que no tiene nada que ver con la memorización o almacenamiento de datos, ni está relacionada con métodos o sistemas de funcionamiento.

Socialmente estamos viviendo el fin de una etapa patriarcal, donde el neocortex no tenía en cuenta ni al sistema límbico ni al cerebro reptiliano, no como algo premeditado y malvado, sino por puro desconocimiento. Cuando estamos centrados y conscientes de nuestras tres partes podemos evolucionar de manera satisfactoria tanto de forma individual como colectiva. No falta mucho para que el hacer, el sentir y el pensar sean una sola cosa en nuestra joven evolución humana.